Lo que dice el asunto Ausbanc y Manos Limpias de nosotros como país 2016-04-24 17:17:16
¿Qué significa que las principales asociaciones que en nuestro país ejercen la acción popular y las acciones colectivas en defensa de los consumidores sean presuntamente extorsionadoras? Muchas cosas y ninguna buena. Revela el escaso valor de nuestras instituciones y la casi inexistente fibra de nuestra ciudadanía.
Para comprenderlo basta tener en cuenta lo siguiente:
1.- Las instituciones del Estado sólo han actuado cuando estas asociaciones se han metido con la Infanta.
Llevan toda la vida extorsionando, según parece. Todo el mundo lo sabía y sus víctimas se cuentan por decenas. Pero sus dirigentes no han terminado en la cárcel por intentar coaccionar a un simple particular, por muy poderoso que pareciese a simple vista, sino por entrometerse en razones de Estado. Han comprometido a la Corona, han desbaratado la estrategia de cobertura del poder ejecutivo, han puesto de manifiesto las tristes vergüenzas de nuestra fiscalía y de nuestra abogacía del Estado, a la que prácticamente han dejado en ridículo. No comprendieron que en nuestro país si criticas al Ministro de Hacienda te terminan inspeccionando, y mira que si hay alguien que debería saberlo eran ellos.
La lección: Como es característico de un Estado clientelar, el poder no actúa de manera impersonal y automática, con una venda en los ojos y sin acepción de personas, sino movido por razones políticas coyunturales y/o personales.
2.- Pese a que su comportamiento y mala fama era sobradamente conocidos, durante todos estos años se les ha tratado "como si fueran normales".
Es una manifestación más de la íntima fusión de la moralidad con la legalidad que domina en la actualidad. Hoy ya hemos asumido con total naturalidad que lo que es legal es moral y que para dimitir de un cargo primero tiene que haber una condena judicial. "Es legal que los jueces hayan participado en los cursos de Ausbanc" -dice el Consejo General del Poder Judicial- “la participación en cursos o conferencias, retribuidas o no, es una actividad totalmente compatible con el cargo de juez o magistrado" (aquí). En este caso sí se retribuían, por cierto, con un pago de entre 800 y 1500 euros. El debate parece circunscrito a si está bien esa compatibilidad o si esa cantidad es demasiado elevada. Pero quizás lo que deberíamos exigir a cualquier ciudadano (y más aun si es juez) es que antes de ir a cualquier sitio, por muy "legal" que sea, reflexione sobre su oportunidad en función de los factores concurrentes, que en este caso eran: mala fama del anfitrión, remuneración elevada y posibilidades de encontrárselo luego en sala. No parece muy difícil. Y lo mismo que los jueces todos los demás, por supuesto.
La lección: Como es característico de una sociedad civil anestesiada y desestructurada, el principio de delegación de la responsabilidad en las normas domina por doquier. Si algo no está prohibido y sancionado con un guardia de la porra, el correspondiente comportamiento es impecable y nadie tiene derecho a reprocharlo (ni a exigir autocrítica de ningún tipo, faltaría más).
3.- Como el Dr. Jekyll, hacían avanzar la ciencia por el día y pervertían lo que tocaban por la noche.
Es decir, mientras extorsionaban (presuntamente) y amenazaban a unos y otros, lograban importantes éxitos en los tribunales que han contribuido a fortalecer nuestro Estado de Derecho. Este trastorno disociativo de la identidad no les deja mal a ello, sino a nosotros, por un doble motivo.
En primer lugar, constituye una enmienda a la totalidad al funcionamiento pasivo de nuestras instituciones principales, desde el Parlamento a la Fiscalía. Que unos sujetos como estos, movidos exclusivamente por el afán particular de lucro, hayan llegado mucho más lejos en la defensa de intereses colectivos que las lujosas y extraordinariamente costosas instituciones del Estado, es para deprimir a cualquiera. El papelón de la fiscalía y de la abogacía del Estado en el caso de la Infanta –que hemos tratado extensamente en este blog– lo dice todo, evidentemente, pero no es el único ejemplo. Nuestro Gobierno y nuestro Parlamento han asistido a nuestra crisis financiera en el ámbito de los consumidores como si no fuera con ellos (y por lo que se ve, el nuevo Parlamento no va a cambiar de actitud, entretenidos como están en otras cosas). El problema de nuestras instituciones no parece por tanto de infradotación, sino más bien de exceso de politización, mala organización, poca preparación y perversos incentivos.
La lección: Como es característico de un Estado clientelar, las instituciones no están al servicio principal de los intereses generales, sino de los propios o de los de aquellos que coyunturalmente detentan el poder.
Pero, en segundo lugar, ese trastorno disociativo constituye una enmienda a la totalidad al comportamiento pasivo de los españoles como ciudadanos. Hubiéramos preferido, sin duda, que nuestros adalides en la defensa del Estado de Derecho fueran unos Quijotes de alma pura. Pero lo cierto es que para ello deberían tener también su duro y enjuto cuerpo, capaz de resistir ayunos y noches en blanco con la misma fortaleza. Porque, si no extorsionaban los pobres, ¿de dónde iban a sacar el dinero para pleitear, con todo lo que ello supone? ¿De la generosidad de los ciudadanos españoles? ¿De sus muchos asociados dispuestos a rascarse el bolsillo por llegar donde no quiere ni el Estado ni la fiscalía?
Pues sí, amigos, una sociedad viva se caracteriza por eso. Por contar con ciudadanos capaces de asumir responsabilidades que no les competen legalmente. Pero la nuestra no es de esas, aceptémoslo de una vez (como Benegas y Blanco nos demuestran en su impagable crónica del regeneracionismo patrio). Y mientras eso no cambie, no tendremos ni una cosa ni la otra; ni una sociedad pujante, ni instituciones capaces de defendernos, porque estas no brotan de los árboles si nadie se ocupa de cuidarlas.
Entre las actividades de la Fundación ¿Hay Derecho? previstas en el art. 5 de sus estatutos se encuentra la de "interposición de denuncias, reclamaciones y ejercicio de acciones ante cualesquiera entidades, incluidas los tribunales de Justicia, en defensa del Estado de Derecho." No es algo que hasta ahora no hayamos hecho por falta de imaginación u oportunidad, sino porque con nuestros escasos recursos recurrentes y pese al trabajo pro bono de algunos esforzados colaboradores nos debemos limitar a los informes, estudios y convocatorias, y aun eso con bastante dificultad. Nada es gratis, y menos una sociedad en la que valga la pena vivir.
La lección: Como es característico de una sociedad civil anestesiada y desestructurada, no existen organizaciones sociales potentes, que funcionen al margen de complicidades y corruptelas, capaces de rellenar con ventaja los huecos del poder político o incluso de enfrentarse abiertamente con él para hacerlo avanzar. Y no existen porque la mayoría de los ciudadanos españoles no tienen conciencia de su necesidad, como si el papá Estado tuviera que bastar para todo. Y, los pocos que la tienen, no tienen verdadera voluntad de sacrificar nada por hacerlas prosperar.
Flash Derecho: En defensa de la acción popular 2016-04-19 17:24:53
Como era previsible tras el escándalo de las extorsiones que supuestamente practicaba el sindicato “Manos Limpias” han surgido las voces a favor de la supresión de esta figura que no existe en algunos ordenamientos jurídicos de países vecinos. Efectivamente, la acusación popular supone que cualquier ciudadano, aunque no esté directamente afectado u ofendido por el delito que se juzga, puede ejercitar la acción penal en defensa de los intereses generales., Es más, en algún supuesto -como en el de la Infanta Cristina- la acusación popular puede ser la única existente. Las particularidades de este caso ya han sido comentadas en este blog más de una vez, por lo que no vamos a insistir en la curiosa actuación de la Fiscalía en este caso, curiosamente coincidente con las convicciones del Presidente del Gobierno -que nombra al Fiscal General, superior jerárquico de todos los fiscales- sobre la inocencia de la Infanta. “Estoy convencido de la inocencia de la Infanta Cristina, le irá bien”.
Por tanto, más allá de quien la ejerza -UPYD, Manos Limpias, una asociación, un sindicato, un particular…-el hecho de que el Ministerio Fiscal carezca del “monopolio” del ejercicio de la acción penal resulta una garantía para la ciudadanía de que determinados delitos -particularmente los de corrupción- no quedaran impunes. O de que, al menos, se investigarán. Lo que no es poco en los tiempos que corren, donde tantos y tantos casos de corrupción, y no solo política, afectan a personas poderosas, o muy próximas al poder político o económico, presuntos delincuentes de cuello blanco bien conectados y que hasta gozan de cierto respeto por su posición social o a los que sencillamente se tiene miedo. El que la “doctrina Botín” se denomine así no es casualidad: con esta doctrina lo que el TS impidió es que en determinados delitos -justo aquellos de los que se acusaba a Emilio Botín- pudiera mantenerse la acción penal solo por la acusación popular, de forma que si la Fiscalía no la ejercitaba, el proceso penal terminaba (como es sabido, la infanta no ha tenido tanta suerte). Otros ejemplos, como el de Bankia, -iniciado por una querella de UPYD hay que decir en su honor- hablan por sí solos, aunque luego se haya sumado la Fiscalía.
Por otra parte, la acción popular goza de una larga tradición en nuestro Derecho positivo, dado que aparece por primera vez en la Constitución de Cádiz, aunque solo para los delitos de sobornos, cohecho y prevaricación, lo que ya da una idea del tipo de preocupaciones de sus redactores, que no nos resultan ajenas . Ha llegado hasta hoy, recogida en el art. 125 de la Constitución (junto con el Jurado) como una forma en que los ciudadanos españoles pueden participar en la Administración de Justicia. La regulación se encuentra en el art. 19 LOPJ, y sobre todo en los arts. 101 de la LECrim. cuando dispone que la acción penal es pública y todos los ciudadanos españoles podrán ejercitarla con arreglo a las prescripciones de la Ley y en el art. 270 de la misma norma según la cual, "Todos los ciudadanos españoles, hayan sido o no ofendidos por el delito, pueden querellarse, ejercitando la acción popular del 101."
A nuestro juicio, es indudable además que la presencia de la acusación popular ayuda a una Fiscalía diligente y hasta puede contribuir a mejorar su trabajo o a complementarlo. Lo mismo que puede poner en evidencia a una Fiscalía poco “motivada”. En ese sentido, su presencia supone un estímulo importante para que las actuaciones penales se desarrollen correctamente, al ejercer una especie de “control” sobre las de la Fiscalia y puede suponer una ayuda importante para el Juez.
En cuanto a los abusos, sin duda pueden cometerse, y el caso de Manos Limpias y Ausbanc parece paradigmático. Pero de todos los derechos se puede abusar y no por eso hay que suprimirlos. Y en todo caso, los extorsionados tienen que denunciar esos abusos como primera medida para que sean conocidos e investigados. Someterse a la extorsión nunca es una buena idea, aunque te ahorre algún mal trago.
Por último, hay que recordar que siempre se pueden adoptar ciertas cautelas, en caso de que se “sospeche” de las intenciones de una determinada acusación popular. Desde exigir fianzas más o menos importantes para ejercerla, si el Juez así lo considera, hasta excluirlas por sostener posiciones poco congruentes con su supuesto papel procesal como ocurrió en el caso Gürtel cuando el Juez Ruz consideró que el PP tenía más pinta de acusado que de acusador. En definitiva, en palabras del Auto en cuestión “Tal exclusión del proceso trae causa en primer lugar de las concretas y determinadas actuaciones procesales seguidas por parte de la representación de la referida formación política en el ejercicio de su condición de acusación popular en la causa” lo que en definitiva “viene en la práctica a contradecir su intención de “colaborar activamente en la investigación judicial. Existe también una lista de supuestos (arts.102 y 103 LEcrim) en las que se excluye la legitimidad para ejercer la acción popular, entre ellos el haber sido condenado dos veces como reo de denuncia o querella calumniosa.
Así que para que haya cada vez más Estado de Derecho ¡Larga vida a la acusación popular!
Dos atributos de la economía mundial 2016-04-17 02:30:07
Blog de Econonuestra en Público.es
Transnacional y financiera. Cada vez más transnacionalizada y progresivamente financiarizada (1). Así es la economía mundial actual. Esos son dos de los atributos de las transacciones internacionales en nuestros días. Dos rasgos característicos que ganan fuerza y extienden sus efectos e intensidad al conjunto de las relaciones económicas internacionales. Panamá y sus despachos de abogados son solo un ejemplo de ello.
Las décadas anteriores sentaron las bases de lo que hoy es una realidad incuestionable: ha surgido una economía financiarizada y transnacionalizada que impone sus formas y contenidos, convirtiéndolos en atributos esenciales del capitalismo mundial. Convirtiéndolos también en fuentes permanentes de desequilibrios y crisis recurrentes, que amplían y profundizan las crisis, salpicándolas de turbulencias que alimentan la espiral infernal de una gran recesión potencialmente global.
Nadie debería extrañarse de que el dinero fluya buscando el cauce más cómodo, sin aparente control y sin que nadie pueda ejercer regulación alguna. No deberíamos rasgarnos las vestiduras, porque la economía mundial ha ido confeccionando el traje ideal para que suceda de ese modo. El clímax se alcanzó con el Consenso de Washington y la sacralización de la libertad de movimientos de capitales, como axioma indiscutible para fomentar las relaciones económicas. Como clave de bóveda del paradigma neoliberal, del pensamiento único, de la ortodoxia académica que tan conveniente resulta para la defensa de los intereses de unos pocos, en contra de la mayoría.
Otra cuestión distinta es qué tipo de relaciones económicas se quieren fomentar. Porque… los atributos del actual régimen de acumulación mundial potencian un modo de crecimiento y un estilo de desarrollo que genera desigualdades crecientes, crisis repetitivas, insostenibilidad ecológica y disolución del poder efectivo de las mayoría de los gobiernos del mundo, dentro y fuera de sus fronteras. Mientras, en la UE siguen sin enterarse de lo que pasa; o lo que es peor, pretenden ocultar lo evidente: que esta Europa ya no es útil para la defensa de los intereses de la mayoría de sus ciudadanos.
Transnacionalización significa, entre otras cosas, que la producción, comercialización y distribución de los beneficios de las actividades económicas dependen cada vez menos de las fronteras tradicionales. Y ello implica, entre otras consideraciones, una erosión paulatina del margen de actuación de las políticas fiscales, allá donde existen, porque no muchos países gozan de ese privilegio. De hecho, la fiscalidad marca una diferencia fundamental entre los países subdesarrollados y los desarrollados, aunque en estos últimos la libre movilidad de capitales desvirtúa, también, la esencia y la capacidad de acción de las políticas fiscales.
Financiarización implica, entre otras consideraciones, que casi todas las actividades dependen cada vez más de su dimensión financiera; y conlleva, también, que el sector financiero invade los espacios de acción de los demás ámbitos económicos, políticos, sociales, culturales y ambientales. Significa, en síntesis, que cada vez dependemos más de los bancos y de las finanzas. E implica que el capital financiero gana fuerza y que el dinero, bajo sus mantos más visibles de liquidez inmediata y de depósito de valor, es capaz de alterar cualquier decisión económica, productiva, financiera y de otros muchos tipos. Esa es la fuerza de quienes mueven ingentes cantidades de dinero y gestionan los recursos de los más privilegiados, impulsando las tendencias –no necesariamente lineales– en favor de la concentración del capital y del poder. No se trata de confabulación alguna, sino de decisiones hegemónicas, aparentemente desvinculadas aunque parcialmente convergentes.
La codicia, motor del capitalismo, es capaz de endeudar a cualquiera hasta las cejas, porque eso es lo más conveniente para que la actual mecánica económica siga funcionando. Las deudas se reproducen, en un afán frustrado de llenar los huecos que deja la insuficiencia de la demanda efectiva. El poder adquisitivo no crece a la velocidad necesaria y el crédito brota, cual falso maná, para terminar asfixiando a muchos. Las deudas ahogan cada vez a más agentes económicos y países, y sirven de coartada para proporcionar soluciones perversamente lógicas: recortar, reducir el gasto público, devaluar el nivel de vida de la población… porque la política monetaria ya no es útil para encauzar los ciclos económicos en casi ningún lugar del mundo. Menos mal que los bancos, y en su caso los organismos financieros internacionales, pueden salir "al rescate", cuando les interesa. Y si no son capaces, se dejan rescatar ellos, con el dinero de todos.
Atrás quedaron los tiempos en los que las decisiones de inversión, producción y asignación de recursos se adoptaban con criterios supuestamente racionales, entre los que ocupaba y ocupa un lugar central el afán de lucro: el sano ejercicio de obtener beneficios, mejor de forma rápida y fácil. Hoy día todas esas tareas básicas se encomiendan al dinero mismo, a quienes lo gestionan, a quienes lo acumulan y lo ponen en las "manos invisibles del mercado", es decir, en los paraísos fiscales y en los lugares donde las actividades offshore solo son controladas por la instancia divina en la que cada uno confíe; aunque es bien sabido que en esa tareas tan mundanas nadie confía en nadie. Por si acaso.
¡De qué nos extrañamos!, si sabemos que solo un pequeñísimo porcentaje de la población mundial, y de la población de cada país, es capaz de acumular cada vez más riqueza, mientras la mayoría ve mermado su nivel de vida, o, lo que es más crudo, continúan inmersos en la pobreza más absoluta.
¡A quién responsabilizamos!, si lo lógico es que la actividad capitalista tienda a invadirlo todo, porque esa es su meta mundial, su afán último, su instinto básico. ¡Por qué nos escandalizamos!, si en la práctica totalidad de países los bancos y las finanzas marcan la senda de la legislación y de los legisladores, imponen su ley, y se garantizan impunidad cuando yerran, algo que ocurre de manera cada vez más repetitiva, porque la financiarización conlleva, como diría mi abuela, que la avaricia rompa el saco.
El mundo asiste a una mutación creciente del concepto tradicional de fronteras. Ya no sirven las barreras administrativas ni políticas. Los obstáculos físicos son cada vez más fáciles de superar. Lo hacen posible el progreso técnico, el abaratamiento de los transportes, y la fragmentación y deslocalización de los procesos productivos. Las finanzas se encargan del resto: desplazan la capacidad de ahorro de unos pocos, sin que en esa decisión primen criterios nacionales, ni sociales, ni productivos, ni éticos. La inteligencia computarizada hace el resto: asigna riesgos, reparte beneficios, robotiza, y sugiere que las personas hemos dejado de ser el centro esencial de nosotros mismos.
Las empresas y conglomerados transnacionales construyen y manejan a su antojo sus propios espacios de reproducción de su capital y actividades. Lo hacen situándose por encima de los espacios nacionales y de cualquier otra frontera que se les quiera imponer, ya sea legal, moral, institucional o simplemente humanitaria.
Los pasaportes sí sirven aún para algo: hacen más difícil el desplazamiento legal de las personas. Pero… quien puede, si lo necesita, es capaz de comprar los pasaportes que desee, para ir donde y cuando quiera. O busca un testaferro o un experto en finanzas que aproveche la movilidad a su antojo.
Por si acaso, el temor al terrorismo nos recuerda que el mundo sigue necesitando enemigos, para que siga viva también la necesidad de combatirlos. Y si hace falta, se alimenta a esos enemigos, se venden armas a unos y a otros, se promueven guerras pequeñas y grandes, porque esa estrategia sí ayuda a potenciar un tipo de economía que interesa a algunos, aunque perjudique a muchos.
Ante nuestros ojos está surgiendo una nueva economía global, monstruosamente enorme comparada con los organismos internacionales y las instituciones que en teoría deberían encauzar su comportamiento y regular el papel de los agentes económicos (jugadores) que en ella intervienen. Pero esa es otra historia: los agentes económicos más poderosos se concentran, se fortalecen, se nutren de su propia esencia financiera e internacionalizada, contribuyendo a un nuevo "orden" mundial que ni a mi abuela ni a mí nos gusta. Apesta a imperialismo y guerras. A miserias y derroche. A codicia frente a la buena voluntad y deseos de cambio de muchos personas. Deseos que se quedan en nada, ante al poder creciente del dinero que maneja una reducida élite mundial.
Son pocos, pero influyen cada vez más en nuestras vidas, en la incapacidad de acción de los políticos, en el aire que respiramos y en las oraciones que despliegan quienes aún creen que rezar sirve para algo.
____
(1) Palazuelos, Enrique et al. (2015): Economía Política Mundial. Akal, pág. 345 (magnífico libro, por cierto, ahora que tengo la oportunidad de decirlo en Público).
—–
José Antonio Nieto Solís
Profesor titular de Economía Aplicada en la UCM, miembro de econoNuestra y escritor
La gran apuesta: sobre The Big Short y predicciones 2016-04-16 02:30:40
Ya se está estrenando en varios cines. The Big Short describe a varios de los actores clave en la creación de la permuta de incumplimiento crediticio en el mercado, que buscaba apostar en contra de la obligación colateralizada por deuda (CDO), y terminó aprovechando la crisis financiera de 2007- 2010. El libro también destaca la naturaleza excéntrica del tipo de persona que apuesta contra el mercado o va contra la corriente. Yo he asistido al preestreno en Atenas, organizado por una universidad privada y con la interesante ocurrencia de invitar a todos sus alumnos de un Master de Administración de Empresas a verla y finalizar el acto con un debate de dos de sus profesores de Economía. Me ha gustado la película y me ha resultado interesante el resumen de mi compañera y traductora, de lo que estos profesores comentaron tras terminar la proyección, pero me sorprendió mucho el optimismo con el que tanto estos profesores como tantos otros expertos -quizá el lector ha escuchado también a otros- vislumbran el futuro. Días después, un amigo al que le recomendé verla, que también estudió Economía, me afirmaba convencido lo mismo. Y aun más convencido que sendos profesores: "¡claro que se puede esperar que esta crisis no se repita en 20 años! Los expertos ahora cuentan con potentes ordenadores que les permiten predecir con exactitud cuándo ocurrirá la siguiente".
Pueden parecer hilarantes estas afirmaciones, pero lo cierto es que el Análisis Económico y nuestras herramientas (la Estadística y los ordenadores) mejoran día a día, y algunas de sus predicciones (en Geografía Económica, por ejemplo) alcanzan ya la precisión de algunas parcelas de la Medicina. ¿Por qué parece imposible saber con esta antelación, la fecha exacta de la próxima crisis? La respuesta es Sí y también No, dependiendo del sujeto. ¿Quién lo sabe?
Para determinar algo así, primero debemos partir de una definición de crisis. Se suele aceptar la de recesión cuyos efectos (sobre todo, el aumento del desempleo) duran varios años. Y ¿qué es recesión? Es esa fase final (o inicial, según se mire, porque por algo decimos que el capitalismo es cíclico) de cada ciclo económico, muy habitual (en 240 años de los EEUU, se han producido 42, una cada 6 años), durante la cual la Renta Nacional disminuye. En la OCDE, se suele considerar como tal si dura al menos 9 meses, puesto que hay muchas economías con reducción (estacional, y por tanto no crítica) del PIB por unos meses tras el "agosto" propio de su estructura: suele coincidir con la temporada alta en el turismo. Es por eso que la recesión que provocó en España el pinchazo de la burbuja inmobiliaria no se pudo constatar hasta mediados de 2009, cuando llevábamos 9 meses de recesión, y que ésta tenía magnitud de crisis, años más tarde.
Los protagonistas de The Big Short se dedicaban a estudiar los vaivenes del mercado financiero y en un momento dado, pasan de creer que hay que seguir apostando por el "boom" inmobiliario, a apostar en contra. Gracias a que hoy se puede comprar y vender casi de todo, se convierten en multimillonarios en cuestión de meses por el catastrófico hundimiento de dicha burbuja. Al comprarle a diversos bancos derechos a vender en el futuro sus participaciones en carteras de hipotecas (préstamos agrupados de modo que muchos inversores contribuyen en la financiación y obtienen parte de los intereses, cuando se cobran, si se llegan a cobrar) al precio vigente en el momento de la transacción -altísimo en la recta final de esta fase febril-, estaban apostando a que todo se iba al garete. Solo así se puede rentabilizar este acuerdo: pagas por un derecho que solo ejerceríamos si baja el precio de nuestra cartera. De ese modo, cuando de hecho así sucedió, pudieron vender todos sus activos muy por encima del nuevo precio. Algunos multiplicaron así su fortuna por más de 200 veces en un solo año.
La película y la novela también te cuentan que dos de los protagonistas sufren tanto remordimiento de ser de los pocos que se beneficiarán de este hallazgo personal -de momento, parece ser que solo unos pocos no solo comprendieron que esto iba a suceder, sino que interesaba comprar cuantos más derechos de venta de "subprime", mejor-, cuando la debacle que se avecina dejará a millones en el mundo sin trabajo, sin empleo y muchos más, con sus ingresos recortados, quieren publicar sus análisis en la prensa económica. Wall Street Journal desprecia la propuesta por las escasas credenciales de estos inversores: ni su CV ni el valor de los activos que manejan les sitúan por encima del anonimato. Más de uno se preguntará: ¿y si les hubieran hecho caso y se publica este "boom" en 2006?
La historia no habría sido muy diferente, salvo que el desastre se habría adelantado un año. Si mucha gente creyera la veracidad de sus conclusiones, el pánico se extendería a partir de su publicación, en lugar de meses después, por las noticias que finalmente pregonaron el final de esa burbuja especulativa. Y ahí está la clave para entender este lío: cuando se avecina una crisis, lo único que puede hacer un agente económico influyente es adelantarla mostrando su preocupación -por ejemplo, echando más leña alarmista al fuego-, o ignorar estos análisis, pero tarde o temprano, las personas racionales tomarán medidas: muchas empresas despedirán a sus trabajadores al haber comprometido su viabilidad en esta burbuja; los despedidos, no seguirán endeudándose; todo el que tenga activos relacionados, tratará de venderlos como sea. Todas estas acciones se alimentan entre sí y el fuego de la crisis, que desinfla la burbuja hasta que los precios -en este caso, de los inmuebles y varios activos- tocan fondo.
Supongamos ahora que un grupo de economistas, con los ordenadores más potentes, las mejores herramientas de análisis económico y recursos suficientes, hacen un estudio sesudo que arroja como conclusión que la próxima crisis empezará con una recesión durante los meses de enero a septiembre de 2030. Hay dos escenarios extremos: que todo el mundo les crea y que nadie les crea. En el primer caso, el pánico cundiría antes. Las expectativas autocumplidas están bastante estudiadas y diversos estudios nos demuestran que ante una convicción grande, los agentes tratan de anticiparse para evitar pérdidas personales, pero obviamente esto acelera el desastre y colectivamente, la mayoría sufrirá pérdidas. Es lógico: si crees que este estudio es cierto y conoces la teoría de las expectativas autocumplidas y la teoría de juegos, ¿esperarás al 31/12/29 a vender tus activos? Quizá te juegas mucho; sabes que si hay miles queriendo anticiparse, puede que el 31 ya sea tarde. Mejor el 30. ¿O el 29? ¿Qué hacemos? "Ya está, metemos todas las variables en un programa informático que resuelve sistemas de ecuaciones por teoría de juegos". Es decir: realiza diversas simulaciones del comportamiento de todos los agentes que queramos considerar. Tras cada simulación, nos ofrece un resultado. Como queremos anticiparnos, se repite la simulación (o juego) pero cambiando la variable esperada, pues es posible que otros agentes también hagan el mismo análisis y quieran anticiparse, y obtenemos un nuevo resultado, pero entonces ¿a qué fecha se anticiparán los actores? Si intentamos anticiparnos a millones de inversores, al final, el ordenador concluirá que debes vender mañana mismo. La Teoría de juegos es un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para estudiar interacciones entre sujetos que reciben incentivos o "castigos" por sus acciones y nos permite trazar varios escenarios posibles y la decisión óptima. Si ésta es anticiparse, tenemos que considerar cuantos sujetos participan, la probabilidad de que éstos se anticipen a nosotros, el coste de anticiparse y el de no hacerlo. Entonces, tiene que entrar la subjetividad del decisor -no queda otra- y unos venderán mucho antes de la fecha señalada por los agoreros, y otros serán más crédulos con la profecía, esperando a ver qué pasa, pero seguro que venderán antes de 2030, puesto que para 2029 ya habrán caído tanto las cotizaciones que será imposible el optimismo. Así, tendremos que la crisis que todo el mundo creía perfectamente predicha por unos analistas formidables, tendrá lugar mucho antes de lo previsto, por la credibilidad total de los afectados.
En el segundo caso extremo, nadie creerá a estos magníficos economistas y la recesión tendrá lugar en las fechas y magnitudes previstas. Estos economistas podrán luego complacerse con un "os lo dije", como Casandra según aquel mito griego, pero lo paradójico es que acertarán justo porque nadie les cree -aparte de que sus predicciones sean asombrosamente pertinentes-. Es lo que tienen las Ciencias Sociales: si el analista hace predicciones que pueden alterar las expectativas -¡y tanto! porque hay mucho en juego-, estas predicciones tendrán que cambiar en cuanto los agentes estudiados cambien su comportamiento. El "observador" -que en estos casos, hace algo más que observar-, modifica lo observado. En parte, es lo que criticaba Miguel Angel Ordoñez a Rajoy. Anunciar que la cosa está muy mal -magnificando la situación- puede servir para que si aun no lo estaba, empeore hasta el punto deseado, pero solo si alguien te hace caso. Si todo el mundo ignora la predicción, ésta no tiene modo de afectar a las decisiones de los agentes. Solo así puede cumplirse.
Cualquier otro caso será una situación intermedia entre estos extremos: algunos creerán la predicción y sus decisiones afectarán a las de otros agentes, pero cuantos más sean los que se anticipan, antes ocurrirá la recesión anunciada. Cuantos menos crean el estudio en cuestión, mas probable será que se puedan mantener las premisas -lo cual no quita que si la predicción es errónea, lo seguirá siendo-. Y esto nos lleva a una terrible conclusión: las predicciones sobre la próxima crisis no son útiles para evitarlas. Solo pueden ser certeras cuando casi nadie ve venir la hecatombe y en tal caso, tan solo sacarán tajada unos pocos avispados como los de la película. Por otra parte, siempre nos quedarà la duda de si son realmente unos pocos, tal y como nos muestra el director, o muchos del famoso 1% que posee casi la mitad de la riqueza mundial, los que se anticipan y la reubican en "lugares" y formas convenientes para cada momento. Dada la apertura financiera de nuestras economías hoy, esto es sumamente fácil para quien posee un patrimonio considerable.
Lo que está claro es que la inestabilidad del capitalismo es inherente a su funcionamiento y puede que cada crisis tenga algo distinto a todas las anteriores, pero siempre viene otra y otra más. Y en parte es así porque es imposible saber cuándo es la próxima. Esta incertidumbre confiere al fantasma de la crisis una autonomía que adquiere casi rango de personalidad propia, como un agente más que decide tanto o más que un gobierno o incluso un G-8. De este modo, las clases y grupos dominantes se exoneran de culpa y como ya decía Roxa Luxemburg*, este resultado de la suma de decisiones humanas, conscientes y hasta premeditadas, se convierte en "catástrofe natural" en manos de la prensa. Ya a principios del siglo XX se hablaba así de una crisis y aun hoy se utilizan símiles como "terremoto", "tsunami", etc. Al llamarlo "terremoto financiero", nos quedamos mas tranquilos, porque es un apelativo que nos invita a la resignación. Poco podemos hacer contra la Naturaleza, incluso en la sociedad del conocimiento. No parece casualidad que Hollywood nos haya relatado decenas de formas fantásticas de solucionar o anticiparse a una hecatombe y salvar así al mundo, pero no se puedan salvar más de 10 personas a una crisis financiera ni en un film de George Lucas. No nos quieren dar ideas.
—–
*Luxemburg, Rosa. Introducción a la Economía Política. Siglo XXI de España, 1974.
Victorinox tendrá presencia en 130 tiendas de otras marcas este año 2015-10-19 00:00:00
Marca suiza entrará a 15 tiendas más de RadioShack y a seis más de Marathon, entre otras. Comenzará a comercializar relojes Wenger en el país. También lanzará tienda virtual en el 2016.
FuenteEl presidente del BBVA apela a una uni
Consulte la Fuente de este Artículo
No hay comentarios:
Publicar un comentario