Interesante, Derrotista arequipeño Belisario Llosa propone rendirse sin condiciones a los genocidas chilenos.- En abril de 1881, con los invasores ocupando Lima, Tarapacá y otras circunscripciones del país, Llosa planteó someterse lo antes posible a Chile.- Joven de 2 - 20/04/2014 23:45:19
"Escribe: César Vásquez BazánBelisario Llosa y Rivero, profesor de Literatura de la Universidad de Arequipa (Arequipa 1857 - Arequipa 1900). Era de la idea que continuar la guerra con Chile equivalía a suicidarse. En abril de 1881 argumentó que el Perú era un pueblo indefenso y que debería someterse al vencedor.
El 20 de abril de 1881, tres meses después de las Batallas de San Juan y Miraflores, con los genocidas ocupando la capital, Tarapacá, Arica y otras áreas del país, los peruanos escucharon desde Arequipa la voz de la cobardía propalando el mensaje de derrota.
Leyendo el Discurso de Apertura del Año Académico de la Universidad de Arequipa, Belisario Llosa y Rivero, veinticuatro años de edad, profesor de Literatura de ese centro de estudios, lanzó la consigna derrotista y proclamó que continuar la guerra con el invasor del sur equivalía a suicidarse. Según el señorito Llosa, el Perú era un pueblo indefenso que "debería someterse al vencedor" y procurar "alcanzar la paz lo antes y lo menos mala posible". El inexperto abogado advirtió que cometerían "delito de lesa infidelidad contra la patria los ciudadanos armados o desarmados que resistan al enemigo sin la certidumbre, o por lo menos, la poderosa probabilidad de ventajoso éxito".
Me parece estar escuchando al arequipeño Belisario Llosa: ¡Qué resistencia, qué Cáceres, qué Breña, ni qué ocho cuartos! ¡Cojudeces, señores, cojudeces! ¡La rendición se impone. Rendición inmediata, total, sin condiciones!
La alocución de Llosa ,presentada en cincuenta y siete secciones, se tituló La verdadera situación y aspiraciones del Perú después de la toma de Lima, y sirvió para que su autor lanzara un encendido mensaje en favor de la necesidad absoluta de suscribir la paz con Chile, aceptando las condiciones impuestas por la nación del sur.
Ante la algarabía de los genocidas del sur por semejante propuesta, Belisario Llosa efectuó una prolongada descripción de los males que en su opinión habían pasado a formar parte constitutiva del Perú y que explicaban su fracaso militar ante Chile. Afirmó que Perú fue el supuesto "hijo mimado de la indolente España", y que sus habitantes, perezosos por naturaleza, "se dieron a vivir como príncipes".
Igualando el estilo de vida de la burguesía comercial, sus abogados, altos funcionarios públicos y comandantes militares, con las paupérrimas condiciones de subsistencia de la mayoría de la nación, Llosa afirmó que el Perú había devenido en una nación corrupta, poblada por "innumerables ociosos y flojos", pobres y ricos, jóvenes y viejos, acostumbrados todos a "dormir mucho y levantarse tarde". El país se encontraba abrumado por "nuestra pereza de sesenta años", molicie iniciada con la proclamación de la independencia en 1821. El "ocio y la dejadez" generaban "desórdenes y disipaciones" y penetraban todas las clases sociales, entre las que Llosa incluyó a militares, sacerdotes, ricos y clase media. Como expresión de los problemas nacionales, mencionó también al periodismo corrupto y a las escasas empresas y bancos del país.
Si bien Llosa efectuó una descripción de los "males nacionales", cuando se busca su explicación causal o el sustento de la propuesta, el discurso del catedrático arequipeño se muestra superficial, libresco e incompleto, sólo atinando a acudir al factor racial. Para Llosa, la ociosidad se explicaba en parte por las características raciales del país. Aseveró que el "peruano de raza pura" provenía de una "extraña" mezcla de razas, en la que participaron la impetuosa "raza árabe", la floja "sangre goda", y la raza indígena "fría, tímida e indolente".
Según Belisario Llosa, siendo el principal problema de los peruanos la aversión a laborar, la "regeneración" del país provendría del "ángel del trabajo que, quitando de sobre el cuerpo del Perú, la pesada lápida de nuestro pasado, lo haría surgir de entre los muertos, como al mártir belemita, en resurrección feliz, imperecedera y gloriosa". La solución al problema consistía en que los peruanos "nos hagamos honrados, económicos y laboriosos". En una palabra, los peruanos, ociosos por naturaleza, deberíamos dejar de serlo y dedicarnos a trabajar. Sin embargo, trabajar no era posible de mantenerse la ocupación chilena del Perú. De ahí la necesidad de rendirse al enemigo, rápida y totalmente, sin condiciones, para que luego de obtener la "paz" chilena el país pudiera "regenerarse por el trabajo".
La ideología del derrotismo en Belisario Llosa y Rivero
La recomendación derrotista de Belisario Llosa y Rivero apareció como la gran conclusión de su discurso, en la sección 52 del mismo. Las palabras derrotistas de Belisario Llosa y Rivero, pronunciadas en abril de 1881, fueron bastante similares a las que aparecieron en el artículo ¿Qué hacemos? escrito por Mariano Bolognesi dos meses antes. Como si fuera un simple desarrollo del artículo de Bolognesi, el Discurso de Llosa en la inauguración del Año Académico de la Universidad de Arequipa hace evidente que desde un año y medio antes de la rendición de Arequipa sin combatir, en octubre de 1883, las clases dominantes de la Ciudad Blanca no querían arriesgar el pellejo en batallas contra los chilenos. Habían sido ganadas por el desaliento, circulando entre ellas la opinión mayoritaria de someterse a la voluntad de Chile.
Por ello, los grupos de poder político y económico de la Ciudad Blanca estuvieron interesados en transmitir la consigna derrotista envuelta en el manto justificador de la denuncia de los males nacionales, de los que, paradójicamente, Arequipa quedaba excluida, a pesar de ser una ciudad escenario de motines y sediciones diversas, de negociados de ferrocarriles, y de planillas de sueldos burocráticos financiadas con los recursos del guano y el salitre.
Puede deducirse así la razón de "la imprevista indisposición del profesor encargado de dirigir la palabra en el solemne día de la instalación de las labores de la Universidad". Si la perspectiva derrotista no hubiera sido la preponderante entre los sectores dirigentes de Arequipa, éstos no hubieran permitido la lectura de un discurso en el que se recomendaba explícitamente la capitulación ante el enemigo. Cumpliendo los designios de la oligarquía y plutocracia arequipeñas, el ignoto orador fue reemplazado por un Belisario Llosa que usó la oportunidad para divulgar un estudiado mensaje derrotista, de inspiración chilena, que por su contenido y extensión no hubiera podido escribirse de la noche a la mañana.
Texto No. 1
El enemigo chileno usó del discurso derrotista de Belisario Llosa
La propaganda chilena utilizó el discurso de Belisario Llosa para atacar al Perú. Por ejemplo, el publicista sureño Anselmo Blanlot Holley en su obra de 1910 Historia de la paz entre Chile y el Perú 1879-1884 afirmó que no era verosímil "suponer que Llosa calumniara a su patria en momentos de la mayor tribulación". Los conceptos vertidos por el catedrático arequipeño sirvieron para que Chile pregonara por el mundo que el Perú era un país cuyos habitantes eran reacios al trabajo.
Texto No. 2
Propagandista chileno Blanlot Holley cita al derrotista Llosa
(Blanlot Holley 1910, 74, 78-79)
Basadre y el discurso de Belisario Llosa
Escribiendo sobre el discurso de Belisario Llosa en la Universidad de Arequipa, Jorge Basadre afirmó que "la historia del Perú debe preservar del olvido esta pieza oratoria" (Basadre VIII-364). Expuso como razón que "Llosa, varios años antes de González Prada, hizo una acerba condena de la historia republicana como causa de la derrota y de la humillación en la guerra con Chile".
Puede coincidirse con la apreciación de Basadre respecto a que el discurso de Llosa fue una muestra importante de la literatura de la traición que floreció durante los años de la ocupación chilena. Sin embargo, como denuncia de los graves problemas acumulados por el Perú a lo largo de sus sesenta años iniciales de república independiente, la pieza oratoria de Llosa fue antecedida por el Romance Contemporáneo sobre el Perú, escrito por Fernando Casós, y publicado en París en 1874.
Debe anotarse que Basadre guardó silencio respecto al aspecto derrotista de la propuesta de Llosa, presentando al catedrático arequipeño sólo "planteando la necesidad inmediata de un tratado con Chile". Basadre no mencionó los argumentos de Llosa que el Perú se suicidaría si proseguía la guerra, que debería someterse al vencedor, y que los luchadores de la resistencia cometerían delito de lesa infidelidad por enfrentarse a los chilenos sin la certidumbre o poderosa probabilidad de éxito.
La caída de Lima no significó el término de la guerra
Los chilenos supusieron que luego de la caída de Lima tras las Batallas de San Juan y Miraflores, el 13 y 15 de enero de 1881, el Perú había sido totalmente derrotado. Pensaron que el Conflicto del Salitre había llegado a su fin y que sería cuestión de esperar algunos días, o a lo más algunas semanas, para firmar un tratado de paz en el que el Perú cediese a Chile el riquísimo territorio salitrero de Tarapacá y las provincias de Arica y Tacna, objetivo final de la guerra de conquista imperialista iniciada en 1879 por el enemigo del sur.
Cuál sería la sorpresa de los genocidas cuando constataron que el dictador Nicolás de Piérola, tras escapar de la capital por la vía de la sierra, organizaba en el interior del país la resistencia contra el invasor y se declaraba contrario a la cesión territorial como condición para la suscripción de un tratado de paz. Siendo esta posición inaceptable para los asaltantes del sur, el 22 de febrero de 1881 hicieron saber que desconocían la autoridad de Piérola, que ellos no negociarían el término de la guerra con dicha Administración, y que esperaban que el Perú formase un nuevo gobierno provisorio con el que poder tratar la paz.
En estas circunstancias, Chile tuvo que afrontar el desafío de promover la creación de una Administración alternativa a la de Piérola, que estuviera dispuesta a entregar Tarapacá, Tacna y Arica como requisito para el restablecimiento de la paz. Inicialmente, los genocidas chilenos aceptaron la formación de un gobierno provisional, encabezado por el abogado Francisco García Calderón, quien fue designado presidente de la república por una junta de ciento catorce "notables" de Lima, asumiendo sus responsabilidades el 12 de marzo de 1881 en el pueblo de Magdalena Vieja. Sin embargo, cuando no obtuvieron del gobierno así creado la cesión de Tarapacá prohijaron otro régimen, esta vez el del traidor Miguel Iglesias Pino de Arce, el cual si accedió a los requerimientos del invasor.
Peruanos usados por Chile en la transmisión de ideas derrotistas
Paralelamente a la formación de un régimen que se doblegara ante los designios de conquista de Chile, los invasores se vieron en la necesidad de ganar la batalla de las ideas y hacer aceptar a los peruanos la necesidad de ceder parte de su territorio a Chile.
Con este fin, iniciaron una campaña destinada a sembrar el desaliento en la opinión pública del Perú mediante la transmisión de ideas pesimistas acerca del resultado de una eventual prolongación del conflicto. Utilizaron en ella a peruanos que sirvieron como instrumentos del enemigo y que se presentaron a sí mismos como ciudadanos políticamente independientes, exentos de responsabilidad en los hechos de la guerra y en la conducción de los asuntos del país. Como personas honradas, desinteresadas y católicas, estos sacrificados caballeros sólo aspiraban a recomendar lo mejor para su vencida nación.
Tres fueron los peruanos que más se destacaron escribiendo mensajes de desaliento a través de los cuales se transmitieron las ideas derrotistas instigadas por Chile:
1. El coronel Mariano Bolognesi Cervantes, hermano del Héroe de Arica y tío de dos Héroes de San Juan y Miraflores, bajo cuyo nombre se publicó el artículo ¿Qué hacemos? en el diario El Comercio de Guayaquil el 25 de febrero de 1881.
2. El catedrático de Literatura de la Universidad de Arequipa Belisario Llosa y Rivero, lector del discurso La verdadera situación y aspiraciones del Perú, después de la toma de Lima, pronunciado en ocasión de la apertura de las labores académicas de dicho centro de estudios el 20 de abril de 1881.
3. El coronel, por nombramiento burocrático, don Julio Santiago Hernández, asesor principal de Miguel Iglesias, autor de la Circular a la Juventud Nacional de Cajamarca para establecer asambleas provinciales, publicada en el diario La Reacción de Cajamarca el primero de marzo de 1882.
Caracterización de la ideología del derrotismo instigada por Chile
La ideología de la derrota transmitida por Bolognesi, Llosa y Rivero, y Hernández estuvo definida por los siguientes elementos básicos:
1. El Perú fue definitivamente vencido por Chile en las Batallas de San Juan y Miraflores. La guerra terminó el día 15 de enero de 1881, con la caída de Lima, capital del Perú y sede de su Gobierno.
2. Los peruanos cumplieron su deber defendiendo a la nación.
3. No es racional para el Perú continuar la guerra al no contar con medios efectivos de defensa que oponer a las armas chilenas. La marina y el ejército peruanos fueron casi totalmente destruidos por las fuerzas armadas chilenas.
4. El descalabro obedeció más a características defectuosas de la propia sociedad peruana que a la agresión invasora de Chile. Entre estas características destaca la carencia de una lúcida clase gobernante y de verdaderos estadistas, la correspondiente inestabilidad política y desorganización administrativa, la corrupción, el caos económico y financiero del país y la falta de hábitos de trabajo.
5. Teniendo en cuenta la vigencia de las condiciones anteriores, proseguir la guerra era la opción de políticos y militares acostumbrados a usufructuar del estado de cosas vigente hasta antes del 5 de abril de 1879, fecha del estallido del conflicto.
6. Prolongar la guerra era también la alternativa de terceras naciones que buscan satisfacer sus propios intereses, como Estados Unidos o Argentina. Llegada la hora de la verdad, estos países no cooperarán militar ni diplomáticamente con el Perú. Persistir en la lucha suponiendo la existencia de dicho apoyo internacional no corresponde a los verdaderos intereses del Perú.
7. A pesar de la guerra y de las apariencias contrarias, Chile es un país hermano y defiende en el fondo los intereses del Perú. Por ello, ofrece la paz a cambio de la entrega del territorio que le permita recuperar sus gastos militares.
8. Perú debe acceder a las condiciones dictadas por el país vencedor debido a que tiene la necesidad absoluta que su territorio sea desocupado por las fuerzas armadas chilenas. Si los ejércitos sureños se ven obligados a permanecer en el Perú, sólo es debido a la inexistencia de un gobierno peruano responsable con quien acordar el término del conflicto.
9. Por las razones señaladas en los párrafos anteriores, debe organizarse un gobierno provisional en el Perú que tenga como objetivo central suscribir la paz con Chile. Sin mayor pérdida de tiempo, como buen perdedor, el nuevo régimen debe reconocer la derrota, aceptar los requerimientos establecidos por Chile y entregar Tarapacá, Tacna y Arica. El tratado de paz debe formalizar dicha cesión.
10. Alcanzada la paz y cedidos a Chile los territorios de Tarapacá, Tacna y Arica, Perú podrá "regenerarse" por el trabajo y resurgir política, económica y socialmente.
Texto No. 3
El discurso derrotista de Belisario Llosa y Rivero, en ocasión de la apertura de las labores académicas de la Universidad de Arequipa el 20 de abril de 1881
(Ahumada 1888, V: 403-410)
LA VERDADERA SITUACIÓN Y ASPIRACIONES DEL PERÚ DESPUÉS DE LA TOMA DE LIMA: LA NECESIDAD ABSOLUTA DE LA PAZ CON CHILE
Discurso leído ante la Universidad de Arequipa y su alto clero por el catedrático de Literatura, Doctor Belisario Llosa y Rivero, en ocasión de la apertura de las labores académicas el 20 de abril de 1881
(Ahumada 1888, V: 403-410)
Ilustrísimo Señor, Señores:
La imprevista indisposición del profesor encargado de dirigiros la palabra en el solemne día de la instalación de las labores de esta Universidad en el nuevo año escolar, y la urgencia de cumplir la disposición reglamentaria que prescribe el discurso de apertura, hánme puesto en la inesperada necesidad de reemplazar a aquel, llenando apresuradamente y con perjuicio vuestro, la misión desde antes encomendada a más vasta y lúcida inteligencia.
1. Más, en qué desgraciadas circunstancias me cabe el deber de ocupar vuestra elevada atención; en qué amargos momentos he de acudir a la fuente de la verdad, cegada hoy al parecer para nosotros, en demanda de una gota de esa agua viva que desanudaba los contraídos miembros del paralítico de Betsaida y refrescaba el seco corazón de la mujer corrompida de Samaria.
2. Sí, señores, ¡cuán doloroso es nuestro presente, cuán oscuramente triste nuestro porvenir! El Perú, como la Pentápolis antigua, da a los cuatro vientos la llama de su colosal hoguera; parece va ya a cubrirse con la bituminosa capa que hará pronto de él, un nuevo inmenso Mar Muerto.
3. Herido a mansalva por la mano de un hermano fratricida, lleva aún en su pecho el puñal que rasgara sus entrañas y… ¿me atreveré a decirlo? sus propios hijos jugamos todavía con el saliente pomo de ese puñal, para ahondar la herida centuplicando el dolor.
4. Destruido lo esencial, quizá lo único de su poder marítimo y terrestre, ocupados y explotados por ladrona ambición sus más fáciles veneros de riquezas; quemados sus puertos; derruidas sus murallas; tomadas a saco sus poblaciones; desarmadas, rotas o transportadas a maldito extraño suelo sus maquinarias, fabricas, museos y bibliotecas; asesinados sus hombres; reducidos a la orfandad, a la miseria y a la prostitución sus mujeres; profanados sus altares; insultado su Dios; y como si tanto no bastara, nacido también y aumentado el monstruo de la discordia interna, que alista sus aceradas garras para devorar, con dentellada de oprobiosa vergüenza, las astillas escapadas de la gran catástrofe internacional.
5. He aquí, a rápido pincel y no recargado colorido, la pintura del estado actual del Perú; he aquí de entre qué horribles tinieblas habrá de ensayarse sacar la luz que, como lámpara sepulcral, nos guíe entre las ruinas; he aquí entre qué horrorosas y escarpadas breñas deberemos buscar la probática piscina, cuyas milagrosas aguas desliguen nuestra inteligencia y refresquen nuestro corazón.
6. Los grandes males necesitan fuertes remedios, y para aplicar, o por lo menos, para iniciar la aplicación de esos remedios fuertes, requiérense médicos atrevidos; hombres que no quieran nada con tanto anhelo como la salvación del enfermo; hombres independientes y capaces de decir a ese mismo enfermo, sin temor a nadie, ni a nada: "Si no adopta usted tal diagnóstico, muere usted sin remedio".
Éste es el procedimiento que primeramente debe observarse con el gran enfermo cuya vuelta a la salud a todos nos interesa y del cual todos somos y hemos debido ser siempre los infatigables médicos.
Hoy, sin embargo, la inminencia del peligro, la inutilidad del esfuerzo, el supremo desarrollo del mal que anuncian ya las bascas de la agonía, parecen haber desalentado a los que nunca debieron perder la última esperanza; e inconscientes unos, asombrados otros y exasperados los más, nos alejamos todos de la cabecera del moribundo; moribundo grandioso que arrastra consigo a la tumba nuestros recuerdos y nuestras tradiciones, nuestra historia y nuestras glorias, nuestro hogar, nuestra familia y el suelo que nos vio nacer.
7. ¿Será esto posible? El delenda Perú, pronunciado en menguada hora por los judíos de Santiago de Chile, Roma piratuna del Pacífico, ¿habrá de tener al fin su fatal y perfecto cumplimiento? ¿Y habrá de tenerlo porque los peruanos, como los cartagineses, embriagados con el vapor de la codicia y del partidarismo, celebran en impúdica orgía la fiesta de todas nuestras pasiones?
8. No, y mil veces no. Aún hay un remedio; y me voy a permitir iniciároslo con esa ruda franqueza que la juventud unida a la honradez, pone en los labios y con esa enérgica e independiente sinceridad que, inspirada en la sana conciencia y en la profunda convicción, hacen marchar derechamente al fin, sin reconocer obstáculos.
9. Llanamente os diré, pues, que: "el trabajo es la condición ineludible de nuestra regeneración política y social, y, por lo mismo, el medio único de conseguir el alto y anhelado fin de la salvación del Perú".
10. Prestadme, os lo suplico, entera atención y desapasionada, porque no he venido aquí a solicitar aplausos ni brindar adulaciones; he venido sólo en reclamo de la realización del derecho que todos tenemos a que, si decimos la verdad, se nos escuche; y si afirmamos el error, se nos desengañe.
11. La historia, que es el laboratorio en que se acrisolan los hechos para hacer brotar, en beneficio de los pueblos, el oro purísimo de la experiencia, presentando al mismo tiempo el campo en que se cosechan abundante mies, la ciencia política y todas las sociales, demuestra entre nosotros, con abrumadora evidencia, la necesidad suprema de acudir al agente civilizador que queda enunciado, comprobando también que no es un nuevo lugar común la proposición sentada.
La historia, primero nos suministrará, pues, una poderosa demostración indirecta, poniéndonos de manifiesto los raros fenómenos, las fatales consecuencias del ocio y dejadez de nuestras clases, de nuestra pereza de sesenta años; y los principios morales y económicos, después, nos probarán directamente, y con no menor potencia, que, en el siglo en que vivimos, la ley del trabajo es irresistible, es el inevitable resorte de la perfectibilidad relativa de los individuos y, por lo tanto, de la prosperidad y regeneraciónde los pueblos.
12. Hijo mimado el Perú de la indolente España, sintió injertarse en sus venas la impetuosidad ardiente y generosa, voluptuosa y móvil de la raza árabe; y la flojedad cachazuda, pesada y perezosa de la sangre goda, formando estos dos elementos, junto con el tercero, el indígena, frío, tímido e indolente, la extraña mezcla que caracteriza al peruano de pura raza, susceptible de entusiasmarse hasta el delirio y de enfriarse hasta la inercia; capaz de atreverse y de emprenderlo todo y de amilanarse también y retroceder hasta ante su propia sombra.
13. Desarrollado bajo esta triple influencia el robusto vástago, miró un día en las arcas de la madre largos lingotes de oro, que ella tomaba del peculio de su hijo para dilapidarlo después, a manos llenas, en la casa solariega de sus antepasados. Irritado con tal proceder y queriendo para sí el lujo y la opulencia que, fáciles de conseguirse, era trabajoso arrebatar a la mañosa pupilera, hizo un admirable esfuerzo, y auxiliado por sus hermanos mayores, a los que animaba el mismo empeño, proclamó el año veintiuno su absoluta emancipación.
Libre, joven, poseyendo inmensas riquezas que una privilegiada heredad producía, sin pena de su parte, pues el feraz y maduro fruto se aproximaba hasta sus labios para saciar todos sus apetitos, dueño principalmente de un polvo maravilloso, que se decía que los pájaros de la costa depositaban sin cesar en sus islas del Pacífico y que los mercaderes de Europa codiciaban a porfía para rejuvenecer las ya fatigadas tierras; el opulento Perú debía, y estaba en el caso, de ser completa y prolongadamente feliz.
14. Pero desgraciadamente, había sido educado, y entre los protocolos de su genealogía ibérica, no encontró títulos de verdadera caballerosidad, de honradez y de trabajo; hallando sí, entre algunos testimonios de antiguas y nobles glorias, abundantes e inútiles pergaminos de quijotescas caballerías, de incorregibles ignorancias, de incurables fanatismos, de corrompido lujo y ociosa abundancia.
15. Con este negativo caudal moral y con el positivo físico, se dio a vivir como un príncipe; montó su palacio con fastuosa elegancia; tuvo coches y caballos; alamedas y jardines; porcelanas de S
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