viernes, 4 de julio de 2014

Por qué no podemos dejar de hablar de Flor Polo y FEMINICIDIOS, VERDADES Y MEDIOS

Interesante, Por qué no podemos dejar de hablar de Flor Polo - 21/04/2014 15:29:56

"No te hagas. Incluso si vas a rajar de Florcita, ya estás hablando de Florcita. ¿Por qué? ¿Qué es lo que hace que todos terminemos hablando de este caso? ¿Es un psicosocial? ¿Es ficción o realidad? Fernando Vivas, crítico de televisión de El Comercio, tiene una hipótesis. Lo invité a En Contacto para que nos la explique y si quieren entender este caso de una forma inteligente, les recomiendo escucharlo.
Ahí lo tienen: Flor y Susy son nuestros Mad Men. O mejor, nuestras Mad Women. Previously on…
Flor Pinkman y Susy White.
Además: Rosa María Palacios nos trae el ángulo legal.
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Rosa María Palacios

Interesante, FEMINICIDIOS, VERDADES Y MEDIOS - 24/09/2012 10:24:09

" Debo confesar que una de las pocas secciones que me salteo de los periódicos es la parte "policial". Normalmente no le presto atención porque la forma como la mayoría de medios tocan este tipo de casos es, como lo escribí hace algún tiempo, un homenaje a Saúl Faúndez, el sensacionalista director de policiales de El Clamor, creado por Alberto Fuguet. Y creo que muchas personas de mi entorno cercano optan por lo mismo. Quizás nuestro único acercamiento sea cuando, gentilmente, un taxista nos ofrece un ejemplar del diario de 50 céntimos que ha comprado y allí nos acercamos a una realidad que, en muchos casos, sentimos como lejana.
Sin embargo, muchos de los casos que aparecen como noticias "policiales" esconden problemas mayores, como lo menciona en su columna de hoy Rosa María Palacios:
No es que el género policial no sea honorable. Piezas del mejor periodismo mundial pueden contradecir cualquier opinión peyorativa. Es sólo que el policial peruano se tiñe de discriminación machista cuando la víctima es una mujer. Es ella, después de muerta, la que tiene que dar explicaciones de su conducta sexual y familiar. Si éstas no son lo suficientemente "puras" es al victimario al que se le reduce responsabilidad, se le achican los espacios de repudio y se justifica su acto como fruto del arrebato causado y hasta manipulado por ella. Lamentablemente esa misma conducta se reproduce en nuestro sistema judicial.
Esta visión machista que se tiene sobre los asesinatos contra mujeres (traducido en la frase "algo habrá hecho, pues") esconde un esquema de poder. Y que puede convivir con otros móviles posibles (por algo el Derecho Penal contempla el concurso de delitos, es decir, que puedan concurrir varios hechos delictivos en un mismo acto o cadena de actos). Roberto Bustamante apunta bien en esta línea:
Hasta el mes de abril del 2012 se habían registrado en el Perú doce asesinatos donde el victimario (casi siempre la pareja) era un hombre que asesina a su pareja porque mejor es ser homicida que "cachudo", con el honor mancillado, expuesto a sus pares como poco hombre. De allí el ensañamiento o "lección moral" a la víctima. En otros casos, también puede darse el caso que se de un feminicidio en un contexto de robo, porque simplemente al ladrón le pareció que la víctima se merecía una tortura o violación previa. Nuevamente, el feminicidio es un ejercicio de poder, que se viene dando de manera sistemática más allá del móvil y que se revela en la propia estructura o pasos del crimen.
Pero, a pesar de la evidencia, muchos y muchas se muestran renuentes a aceptar que el feminicidio existe. Se le llama muchas veces "crimen pasional", como una suerte de atenuante, como si los celos naturalmente desembocaran en la tortura y el asesinato posterior. La otra posición es frivolizar el feminicidio señalando que a veces es la mujer la que mata al hombre. Es cierto que se dan asesinatos de todo tipo, pero nunca se han dado de manera sistemática ni contando con el aval de la policía y los jueces para los que el ensañamiento es siempre secundario. "No es feminicidio, sino homicidio agravado", y se encarpeta el secuestro y la tortura.
De allí que el problema central se encuentre en los operadores de justicia y los encargados de investigar. Policía, Ministerio Público y Poder Judicial, en términos institucionales, comparten un esquema mental en el que los crímenes en los que las víctimas son mujeres son medidos con otra vara. Digamos, es lo mismo que pasa cuando se califica en distinto grado la vida sexual de hombres y mujeres, o sus méritos laborales. Pero con un agravante: aquí la víctima es nuevamente vejada, incluso después de fallecida o de haber sufrido una violación. Verónica Ferrari señala:
Una práctica avalada por un sistema político heterosexual que oprime a las mujeres y las mantiene en espacios de sumisión abiertos a todas las potencialidades de violencia, que las condena a vivir subsumidas bajo un orden social machista, misógino y patriarcal que construye, produce y mantiene relaciones de género desiguales que nos perjudican y destruyen.
Esta es la razón por la que hemos insistido en este espacio en tratar este tema. Porque lo ocurrido este fin de semana vuelve a poner sobre el tablero la forma como las instituciones del sistema de justicia procesan estos casos. Como bien lo han recordado en otras oportunidades personas como Palacios y Bustamante, que en muchas cosas están en orillas distintas, en el Perú los crímenes sexuales cometidos en el contexto del periodo de violencia que vivió el país entre 1980 y 2000 gozan de la mayor impunidad. Solo 2 casos avanzan con cierta celeridad y no hay hasta el momento una sentencia que sancione a los responsables de estos actos vejatorios. Y creemos que, además de todos los factores que complejizan el procesamiento de violaciones a los derechos humanos en el Perú, la falta de una óptica de género en nuestras autoridades es la que paraliza este tipo de procesos.
Por ello es que la discusión sobre los medios, aunque importante, aparece como secundaria frente a un problema que es aún mayor. Pero no evado la misma y solo anoto tres pinceladas. La primera, independientemente del conductor del programa "El Valor de la Verdad" y de las simpatías y antipatías que pueda causar en muchos, el formato del espacio tiene una característica que es, a la vez, su jale y su ruina: el jugar al filo del reglamento con las emociones (y sobre todo, el morbo) del publico, cuestión que podía ser algo más controlada con personajes conocidos pero que, con invitados famosos o no, era igualmente compleja (más aún, con las acusaciones, por investigar, que se hacen desde la competencia sobre la posibilidad de que el programa haya sido arreglado). Lo dice alguien que ha visto varias emisiones del programa.
Y creo que allí cabe una reflexión tanto a los televidentes que nos dejamos llevar por este gancho, como al conductor del mismo (y, por supuesto, a los anunciantes). Es cierto, Beto Ortiz no es responsable penal en este tema, pero creo que ponerse a la defensiva en este caso hace poco por la credibilidad que recuperó en los últimos dos años por sus entrevistas.
El segundo es el tema de la autorregulación. Coincido con Fernando Vivas en que lo mejor es que cada medio sea el encargado de regular su información, pero que cuando estos mecanismos fallan, deben intervenir los mecanismos creados para las sanciones éticas o administrativas, como el Tribunal de Ética de la Sociedad de Radio y Televisión como Concortv. Por ello es necesario potenciar estas instancias (¿un defensor del lector o del televidente?), tanto desde el público como desde los propios medios, ante la tentación que puede tener un sector de ciudadanos y sobre todo) políticos de crear algún tipo de control mayor sobre los medios de comunicación, que siempre entraña sus peligros. Hay algunas reflexiones sobre estos mecanismos de autorregulación que deberían revisarse para un debate a conciencia.
Finalmente, vuelvo al tema con el que inicié este post: el tratamiento de los casos policiales en los medios de comunicación. Debe recordarse que los medios no son los encargados de procesar criminales, a pesar que pueden hacer aportes fundamentales para esclarecer algunos hechos. Y también debe recordarse el respeto al duelo de las víctimas, quienes muchas veces acuden a los medios para obtener la justicia que el sistema no les permite. Más aún, cuando la víctima de un crimen tiene sexo femenino.
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Que opina? CENSURANDO A ROSA MARIA - 30/06/2011 9:01:22

" Despido político. Así ha calificado - con toda razón - Rosa María Palacios su salida de América Televisión, luego de 7 años de dirigir y conducir Prensa Libre, un programa serio, honesto e independiente. Incluso políticos a los que criticó duramente lamentan su abrupta salida.
Se trata de un cierre intempestivo e injustificable. El programa tenía buenas cifras en el rating, prestigio, credibilidad e incluso daba buenas ganancias al canal. En cualquier medio que se prestigie, eso significaría una condecoración para los periodistas responsables de este logro. Claro, no ha sido así para los seis representantes de la familia Miró Quesada dispuestos a ajustar cuentas con alguien que se volvió incómoda para ellos.
El comunicado que habla de "programación de entretenimiento" como causa de la no renovación del contrato de Palacios merecerá ser estudiado en las Facultades de Ciencias de la Comunicación como uno de los documentos más vergonzosos de la historia de la televisión peruana, muestra del un camuflaje ridículo para lo que es, a todas luces, una censura.
Lo ocurrido el martes se veía venir. A Rosa María le cobraron la independencia mostrada en la campaña electoral (cuando la orden era ponerse el kimono), su defensa de los derechos humanos (en medio de medios que caricaturizan a sus defensores) y su oposición serena y documentada a un gobierno mediocre (que quiso embarrarla, con apoyo de periodistas aliados, a ella y a su esposo, en una de las campañas más asquerosas de la última década).
Eso es lo que le ha costado el puesto, como parte de las vicisitudes que los periodistas pasamos y como parte de la precariedad de los medios de comunicación en el Perú.
Estoy seguro que Rosa María estará, más temprano que tarde, en las pantallas. De lo que no estoy tan convencido es del propósito de enmienda de directivos de un grupo editorial que desde hace 3 años viene despidiendo periodistas valiosos y dilapidando su prestigio.
Espero que las valiosas personas que trabajan en la parte periodística de los medios del Grupo El Comercio sigan dando la batalla interna para mantener la credibilidad de sus diarios y canales, que pueden verse afectados por las decisiones absurdas de sus directivos, quienes prefieren el aplauso del coctel de los amigotes antes que el reconocimiento del público al que finalmente se deben.
Que la prensa libre sea la que finalmente gane la batalla.
(Columna publicada en Diario 16 el 30.06.2011)
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