jueves, 17 de abril de 2014

2008-2013: CINCO AÑOS DE DESPLOME DE LA SOCIEDAD OCCIDENTAL y ¡Ganó Humala!… ¿Y ahora qué hacemos?

Interesante, 2008-2013: CINCO AÑOS DE DESPLOME DE LA SOCIEDAD OCCIDENTAL - 13/01/2014 17:34:14

" Hoy hablaré de las lecciones que deberíamos haber aprendido de la Crisis Financiera Global (CFG) y no aprendimos. Y así estamos, con cinco años de desplome de la sociedad occidental a la espalda.
Y sí, han leído ustedes bien. La crisis financiera quedó atrás. Hablaré de eso en los próximos días. Pero antes de hablar del futuro, comencemos pasando una breve revista al pasado reciente.
Para Washington y Wall Street (¿hay alguna diferencia?), la CFG no es más que un recuerdo remoto. Las decenas de billones de dólares (sin la menor exageración) comprometidos por el Tío Sam para rescatar a los bánksters constituyeron, se nos asegura, un gran éxito. La participación de Wall Street en el conjunto de los beneficios empresariales vuelve a ser superior al 40%. A los ricos les va de perillas, gracias. Nuestra clase en la elite anda rebosante de remuneraciones, beneficios, opciones de acciones y primas. De acuerdo con un nuevo estudio firmado por Andrew Sum, Ishwar Khatiwada, Joseph McLaughlin y Sheila Palma (de la Northeastern University), desde que empezó la "recuperación" en el segundo trimestre de 2009 los beneficios empresariales se llevaron el 88% del crecimiento del ingreso nacional. ¿Y los trabajadores? Bueno, consiguieron captar apenas un 1% de ese crecimiento, y aun así, sólo a cuenta del gasto asistencial (¡gracias al aumento de los costes de la sanidad!): los salarios y las remuneraciones reales cayeron por vez primera en una "recuperación", algo sin precedentes históricos. Huelga decir que se trata también de una recuperación con desempleo: tampoco esa incapacidad para la creación de puestos de trabajo tiene ejemplo histórico.
Pero todo esto son cosas fáciles de pasar por alto para Wall Street, porque las mayores entidades financieras salieron del mal trago sin apenas un rasguño y han vuelto ya a las mismas prácticas ,con idénticas recompensas que causaron la CFG. Por las buenas o por las malas, Wall Street ha conseguido esquivar también la re-regulación, pues la fláccida Ley Dodd-Frank evitó cualquier reforma fundamental. En cualquier caso, los republicanos han dejado claro que no tolerarán más financiación para las agencias públicas regulatorias, de modo que incluso las débiles reglas previstas en la Ley no entrarán nunca en vigor. Y hasta ahora ,¡y bien que cruzan los dedos! , ninguno de los maleantes de Wall Street ha sido procesado penalmente por delitos mayores. Ha habido, es verdad, algunos pleitos civiles, y se ha sacrificado a alguna que otra pieza criminal, como Bernie Maddoff, pero todos los grandes bánksters andan, no sólo libres, sino dirigiendo todavía sus organizaciones criminales (llamadas eufemísticamente "bancos escriturados" con patente pública), asesorando a la Casa Blanca y reuniendo financiación para la próxima campaña presidencial.
Es decir, que la reforma financiera está más muerta que Elvis. Nada podrá hacerse hasta el próximo desplome causado por Wall Street. Lo que pasa es que yo soy un optimista empedernido ,el desplome no tardará en llegar, de modo que es hora de inventariar las lecciones que deberíamos haber aprendido de la CFG, a fin de preparar las reformas que deberían haberse adoptado.
1.- La Crisis Financiera Global no fue una "crisis de liquidez"
No lo fue. En una congreso reciente, uno de los funcionarios que participaron en el rescate me dijo que la crisis significó ni más ni menos que un "incumplimiento de pagos global". La cuenta corriente del mundo entero se quedó corta por unos cuantos dolarcitos. El Tío Sam proporcionó la autorización de descubiertos y resolvió el problema. Bien está, si bien acaba (el funcionario del Tesoro usó esas mismas palabras). Como habría dicho mi abuelito, "pura tontería". Lo que de verdad ocurrió es que las tasas de morosidad de los préstamos hipotecarios arriesgados se dispararon drásticamente mientras se desplomaban los precios inmobiliarios. Los megabancos echaron un vistazo a sus balances y se percataron, no sólo de que eran tenedores de productos hipotecarios basura, sino también de montañas de pasivos de otras megaentidades financieras. De repente se dieron cuenta de que todos los demás tenían probablemente balances tan malos como los suyos, de modo que se negaron a prorrogar esos pasivos a corto plazo. Y puesto que los Leviatanes andaban supremamente interconectados, cuando dejaron de prestarse dinero unos a otros, colapsó toda la pirámide del esquema Ponzi.
Llamar a eso una crisis de liquidez es necio. Fue insolvencia masiva a una escala bíblica lo que llevó al "pánico de liquidez" (en realidad, una negativa a refinanciar a los compañeros de fechorías: las empresas criminales siempre se basan en la confianza, ya saben). Los bancos no tenían buenos activos, sólo derivados basura de bienes raíces más empréstitos de unos a otros, todos ellos carentes de otro respaldo que el de la niebla del engaño. Bastó con que uno de los banqueros de ese casino mencionara el farol. Todos los banqueros buscaban a un mamón todavía más incauto, a fin de refinanciar la basura. Los únicos que quedaban a mano se sentaban (por así decirlo) en Washington. Y por eso se necesitaron decenas de billones de préstamo, gastos y garantías de la basura por parte de un Tío Sam, que actuó como mamón de último recurso para frenar la carnicería. (Como sabe cualquier jugador, si no has averiguado quién es el mamón de la mesa tras 5 minutos de juego, ¡el mamón eres tú!)
Todos los grandes bancos siguen siendo insolventes. Lo único que les mantiene abiertos es el respaldo suministrado por Tim Geithner y Ben Bernanke, así como la política de "extender y pretender" [1] adoptada por los reguladores. Como sabemos desde la crisis de las entidades de ahorro y préstamo en los EEUU de los 80, dejar abiertas instituciones insolventes no hace sino aumentar el tamaño del boquete, sobre todo cuando dejas a los gángsteres defraudadores en sus cargos, de modo que puedan llevar a cabo lo que mi colega Bill Black llama un "fraude de control": el saqueo de la institución, a fin de pagar sus ciclópeas primas a los ejecutivos en la cúspide. ¿Les suena familiar? Como dice nuestro filósofo Yogi, es déj
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